Muchos tenemos un pueblo. Para los desafortunados que no sepáis lo que es eso, los que veraneáis en grandes ciudades costeras, no sabéis lo que os perdéis.
El pueblo es otro mundo, es como cambiar de país, de civilización. Es rústico en su arquitectura, pero sobre todo en sus habitantes. Su edad media es de como 65 años. Las mujeres, solo se las ve por la mañana. Van a la compra y/o a Misa y los domingos por la mañana, al mercadillo; y no se las ve más. Los hombres, su día en una palabra: el bar. No sé si en el pueblo de los que lo tengáis también pasa, pero en el mío, de menos de mil habitantes, hay 15 bares. Por cada sesenta barbas, un bar. Increíble, pero cierto.
El resto de comercios que se ven en el pueblo son tienduchas de alimentación o pequeños supermercados, que no se sabe cómo lo hacen, pero nunca echas de menos el género del Corte Inglés. Siempre tienen todo lo que necesitas. En el pueblo también hay panaderías. El mío, que parece ser un caso especial, tiene unas cinco. Creo que en Pozuelo hay menos. ¿Cómo puede haber cinco panaderías para 800 habitantes? No se sabe.
Por último, están los chavales del pueblo. De pequeños son unos auténticos gamberros. Se dedican a destrozar todo lo que ven y a insultar a los intrusos que venimos de la ciudad solo para el verano. Una vez me dijeron "mírale qué culto" por que dije fortísimo en vez de "fuertísimo". En fin, cosas del pueblo y sus encantos.
Bernal A.
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