Todos conocemos la persecución que sufren algunos entrenadores y futbolistas por parte de la prensa. Una prensa; en especial la deportiva, aunque no la única; que cada vez cobra más peso y gana más poder. Lo que diga el Roncero o Segurola de turno se repite en los bares y aledaños de los estadios semana tras semana. La portada del Marça ha incluso conseguido que se eche a una persona de su puesto de trabajo, porque en su opinión, éste no lo estaba haciendo lo suficientemente bien. La prensa actúa interesadamente. Y lo que les interesa es lo que vende, pero sobre todo, lo que les da poder en menesteres que no les incumben. Ellos deberían dedicarse a informar, el fin de su "amada" profesión, pero por el contrario se dedican a desestabilizar opinando y especulando, porque a ellos no les viene bien que fulanito juegue o menganito entrene.
El amiguismo, el compadreo, es lo que rige hoy en día en el periodismo deportivo. Un entrenador que no come con periodistas, que no toma copas con ellos, que no les pasa la mano por el lomo, que no filtra información del vestuario ni entra de madrugada en programas de radio para mayor gloria y audiencias del comunicador de turno es un entrenador al que se persigue. De ahí la inquina a Don José Mourinho.
Bernal A.
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